martes, 28 de septiembre de 2010

LLANTO DE MUJER... PARTE 5


          
Raúl no esperaba ver llegar a María entre los matorrales y menos cuando se encontraba disparando, no podía creer que su esposa se arriesgara de esa manera…
Por eso la había llenado de gritos, pero ahora al verla en semejante estado, no pudo menos que sentirse mal, pues no estaba acostumbrado a lidiar con el llanto de una mujer, más bien Raúl solo estaba habituado a la dureza de su madre y veía esto como un dechado de virtudes y valor
Lidiar con este llanto era algo nuevo para él, lo único que se le ocurrió es acariciar su pelo y pedirle que dejara de llorar…
Pero ella sentía la congoja de estar lejos y de sentirse extraña aun en lo que debería ser su nuevo hogar
Y a veces las mujeres solo necesitamos llorar y valla que lo hacemos…lo hacemos por distintos motivos aunque no siempre resulten validos para los hombres que nos rodean. 
La primera vez, que se cruzo con María, esta era una adolescente vivaz y alocada que corría por la cocina de su casa llevando una vieja muñeca a la cual revoleaba por el aire y con una mano la acercaba y la alejaba de la niña más pequeña de la casa.
Este acto solo quedo interrumpido por la llegada de Rebeca, su madrastra, quien presurosa había dejando el lavado por ir en exilio de su hija, armando tal escándalo por el asunto que Raúl que recién llegaba al rancho se sintió incomodo ante la situación.
Don Pedro con una muestra de claro fastidio se interpuso ante su hija y su esposa pues esta iba a llevar las cosas demasiado lejos, cuando su mano casi golpeaba la cara de María, cosa que no permitiría nunca mientras él viviera…
La cosa quedo ahí nomás cuando Rebeca observo que su esposo tenía visita, pero en un claro gesto de desprecio se fue secando sus manos mojadas murmurando algo por lo bajo y prometiendo que su hijastra se las iba a pagar algún día…
Luego de dirigir una potente orden a María para que se marchara a su pieza, Don Pedro, le había pedido disculpa a su joven amigo y le habría referido cuanto le molestaba que las dos mujeres no hicieran mas que pelearse y según dijo llevarse como “perro y gato”.
Y así fue que desde ese momento, también María se convirtió en otra excusa para hacer mas seguidas las visita de Raúl al rancho de su amigo.
Claramente Rebeca  vio las intenciones del joven y hacia todo lo posible por dejar mal parada a su hijastra poniendo al descubierto una larga lista de fallas, pero Raúl al igual que Don Pedro solo veía esto como las ultimas travesuras de una adolescente y no hacia más que reír ante semejante lista de atrocidades.
Su nuevo amigo siempre recordaba traer pequeños presentes a todas las mujeres de la casa, pero lo que más llamaba la atención de la joven eran los libros, ella los devoraba en pocos días y si eran románticos mejor.
Raúl sabía lo que estos detalles provocaban en la joven mujer y poco a poco empezó a abrigar sentimientos por ella…y a ser correspondido…
Don Pedro lo supo antes que ellos dos, viejo zorro en las cosas del querer, sabía que  el joven vendría a pedir la mano de María y aunque en un punto le parecía una locura, accedió al ver el cariño que sentían el uno por el otro. Y es por eso que la decisión fue aceptada…
 Con apenas dieciséis años llevaría a cabo lo que parecía una locura de amor y o lo más cuerdo a su entender. En ese momento…
Casarse…
                                                                                                               (Continuara)



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